«Siempre amé el fútbol, mis viejos me dijeron que la primera palabra que dije fue pelota», recordó Santiago Tello sobre sus comienzos en el deporte. El pibe había nacido con un balón debajo del brazo como se suele decir. Esto lo llevó a defender los colores de los clubes más grandes de San Juan hasta que un momento dio un salto de calidad sorprendente. Directamente uno de los equipos históricos del país se fijó en él. En esta nota, la joya contó su recorrido.
Santi se crió y creció en el barrio Municipal, dentro del departamento Rivadavia. Como él mismo destacó, desde antes de cumplir dos años de vida ya mostraba su pasión por la redonda. Era algo que traía en los genes ya que su familia siempre estuvo muy relacionada al deporte, no solamente al fútbol.
Sus progenitores siempre lo motivaron a tener una vida activa y lo apoyaron en todo momento para que concretara sus deseos. Al notar todo ese entusiasmo y energía que le brotaba de los poros sus padres decidieron anotarlo en una escuelita de fútbol. La institución elegida en ese momento fue el Club Sportivo Desamparados.
El niño estaba más que contento de poder jugar a la pelota con otros chicos y estar rodeado de profesionales que lo ayudarían a mejorar. El chico nunca perdió esas ganas de sudar hasta la última gota en cada práctica. Era lo que amaba, las canchas eran su hábitat natural. Quienes analizaban su juego desde el banco de suplentes se dieron cuenta que el pibe era muy habilidoso.
Tenía capacidad para eludir a varios rivales con la pelota en los pies. Claramente tenía características ofensivas que sobresalían. A raíz de ello comenzaron a probarlo en el mediocampo y a medida que las temporadas transcurrían lo iban acercando más al arco rival. El tiempo pasaba y cuando cumplió 9 años de edad su familia tomó una complicada decisión.
Si bien Tello ya se había aclimatado a la entidad «víbora» decidieron cambiarlo. Siempre con la idea de que mejorara aún más y en algún momento llegar a ser profesional, lo cruzaron de vereda. Pasó directamente de Sportivo al Club Atlético San Martín de San Juan. Pasaba de Desamparados al «pueblo viejo».
Ellos tenían en claro que era una decisión arriesgada que podía salir mal. Fue un cambio muy repentino que terminó saliendo de la mejor manera. Mientras Santi tuviera una pelota en los pies y estuviera pisando el verde césped, poco importaba la casaca. Él nunca perdió sus capacidades ni tuvo problemas de adaptación.
Una vez incorporado al «verdinegro» sus técnicos le siguieron buscando la posición más adecuada para sus cualidades. Del «serpentario» llegaba como centrocampista ofensivo. En el «santo sanjuanino» lo probaron de enganche, de media punta y de interno. Sin embargo cuando dieron en el clavo fue cuando lo hicieron jugar de extremo.
«Empecé en la escuelita de futbol de Desamparados, a los 9 años me fui a San Martín. Era muy chico. Siempre me gustó arrancar de afuera hacia adentro, me gusta encarar. También jugué en el mediocampo ya sea de interno, de media punta o de enganche, pero desarrollo mejor mi juego de extremo«, manifestó.
Desde ese lugar podía seguir utilizando su gambeta para dejar rivales en el camino y habilitar a sus compañeros para que definan. A partir de allí nunca más cambió de posición y solamente se dedicó a perfeccionarse cada vez más. Esto le permitió ir ascendiendo hasta que llegó a la séptima categoría de San Martín.
En ese momento todo parecía no poder mejorar. Su mayor sueño era calzarse la camiseta verde y negra para debutar en la Primera. Esto nunca sucedió porque la vida tenía una prueba aún más desafiante preparada para él. Mientras él estaba en el club a su familia le llegó una propuesta que parecía de película.
«Cuando yo estaba en San Martín de San Juan, Independiente hizo un convenio con ellos para incorporarme cuando tenía 17 años. No hizo falta que me probara. Era el primer club de la Primera División que me hacía un ofrecimiento y nunca dudé en sumarme al ‘Rojo'», rememoró.
Tanto él como sus familiares no dudaron ni un segundo en decir que si. Si bien a algunos padres les hubiera dado miedo que su hijo menor de edad viajara sólo, este no era el caso. Santiago siempre había mostrado capacidad para valerse por si mismo y nunca le había costado adaptarse. De esta manera armó su valija y partió directamente para Buenos Aires.
«Nunca tuve que regresar a San Juan por un tema de adaptación. En Independiente siempre me trataron como uno más y estoy muy agradecido por eso. Acá todos me hicieron sentir muy bien desde el primer día en que llegué. Siempre se puede tener un mal día o un mal entrenamiento, pero gracias a mis compañeros y al cuerpo técnico pude salir para seguir adelante», reveló.
Sin dudas que el 2020 quedará en la memoria del rivadaviense y no por la misma razón que los demás. Si bien el comienzo de la pandemia por el Covid 19 también le afectó, en ese año vivió cosas tan positivas que ni el coronavirus pudieron arruinarlas. Además de ser fichado para las inferiores del «rojo», tuvo la chance de entrenar con el plantel profesional en una ocasión.
«La pandemia afectó bastante en lo anímico porque no sabías cuándo ibas a regresar. Por otro lado, la llevé muy bien y me ayudó para prepararme aún mejor para lo que se venía en el futuro. Entrené con la Primera una vez el año pasado, fue una experiencia linda ya que estar con jugadores de esa clase es único», recordó lleno de felicidad.
No cabe dudas que Santiago es uno de los tantos sanjuaninos afortunados que tiene un enorme futuro por delante. Si sigue igual de enfocado puede dejar a la provincia de sol en lo más alto del fútbol nacional. Si bien su más grande aspiración es debutar en el «infierno» de Avellaneda, reconoció que tiene ganas de salir cedido para tener continuidad en otro equipo.
«Por suerte como futbolista no tuve bajones o decaídas en lo deportivo. Mis principales objetivos para lo que viene es seguir creciendo en lo deportivo y sobre todo como persona. Me gustaría salir a préstamo. Siempre está la ilusión y posibilidad de estar en el “rojo”, pero sería bueno adaptarse al juego en otro club«, sentencio.
Fuente: Canal 13 San Juan.